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Artículo publicado en: Sin categoría » Recursos de formación (num. 2)


La lectura: ¿un pasatiempo apetecible o un deber permanente?

 

Hace algunos meses, apuntaba José María Merino (escritor y miembro de la RAE), que para fomentar la lectura en los niños y en los jóvenes, hay que apagar la televisión de vez en cuando. 

Por otro lado, maestros y profesores afirman la idea de que los niños y jóvenes están sufriendo una saturación de imágenes, noticias e información variada que les invade, no dejando espacio mental para una aventura hacia la imaginación.

En muchas ocasiones nos habremos preguntado: ¿Por qué vemos la lectura como una especie de deber permanente y no como un pasatiempo apetecible?

La televisión, internet, los videojuegos, el chat, … son un entretenimiento en la sociedad actual muy cómodo y sin esfuerzo, que han sustituido el mero hecho de leer un libro por puro placer. El caso es que los niños no encuentran tiempo para leer pero si para otras cosas alternativas de ocio.

 La cuestión radica en que la lectura es algo activo, en que las letras hay que digerirlas mientras que las alternativas de ocio son distracciones pasivas, más cómodas, en las que la imagen entra a través de la vista.

Si hacemos un sondeo en España y establecemos una serie de estadísticas podemos observar claramente que los españoles somos los que menos leemos en Europa, y que los niños y niñas  entre los 6 y 13 años leen un promedio entre 5/8 librosanuales.

Esta cifra incluye los textos obligatorios de la escuela entre otros. Los datos sobre hábitos de lectura presentados por la Organización Española para el Libro Infantil y Juvenil/Oepli, señalan que los preadolescentes  dedican un promedio de cuatro horas semanales a la lectura, ambos sexos prefieren los libros de aventuras y el 63% declara que lee por elección propia.

Esto es un problema al que nos vemos enfrentados los maestros, profesores y padres en nuestro día a día, y la base sobre la cual se asientan todas estas excusas que impiden coger un libro, leerlo y disfrutarlo es la falta de hábito o costumbre.

Todos sabemos que la etapa escolar es el momento clave donde maestros, profesores, educadores, psicólogos, pedagogos y padres jugamos un papel fundamental para fomentar la lectura como un hábito apetecible y una distracción agradable y no como algo aburrido o algo semejante a la imposición de una pena u obligación.

Para ello será necesario que no sólo la escuela contribuya  a proporcionar un ambiente que estimule la lectura sino también desde la familia, los padres deben implicarse aunque estén demasiado ocupados y tengan poco tiempo para estar con los niños, ya sabemos que siempre se dan situaciones de interrelación e intercambio con los hijos y ese puede ser un momento para compartir hábitos, entre ellos el de la lectura.

En esta línea se propone una serie de consejos que servirán de apoyo educativo y metodológico para maestros y familiares.

 

  1. LA COMUNICACIÓN Y EL LENGUAJE: Debemos saber que cuantas más palabras escuchen más palabras podrán conocer para utilizarlas en su conversación diaria, y cuanto más se les escuche, mejor podrán desarrollar patrones de lenguaje apropiados sintiéndose más importantes por saber comunicar lo que quieren, sienten, piensan y quieren.
    Las palabras oidas o leidas no van asociadas directamente a ninguna imagen, por lo que provocan un desarrollo libre de la imaginación.
    También es importante ayudarles a aumentar su vocabulario, haciéndoles preguntas sobre todo lo que les rodea.
    En definitiva, el lenguaje y la comunicación van a ser los instrumentos básicos para su desarrollo intelectual.
  2. CREAR HÁBITOS DE LECTURA EN EL ENTORNO FAMILIAR: El entorno familiar es uno de los factores más importantes a la hora de iniciar y consolidar el aprendizaje de la lectura, por ello trataremos una serie de consejos prácticos tales como:
    • Apagar la televisión y encenderla para ver programas concretos. La televisión además de distraer impide cualquier otra actividad y dificulta el aprendizaje y el entendimiento de lo que se está leyendo.
    • Mirad con los niños libros de dibujos y contadles historias: proporcionarles historias y libros que hablen de aquello que les interesa. Sería interesante pedir consejo e información a la escuela, a sus maestros o a los bibliotecarios en las bibliotecas.
    • Visitar las bibliotecas o librerías con ellos: darles tiempo para que los miren, los repasen y los lean aunque no entiendan todo el vocabulario.
    • Disfrutar de un libro, una revista o periódico delante de ellos: es muy importante que los niños vean como sus padres tienen hábitos de lectura y disfrutan de ella.
    • Leer con ellos al menos quince minutos al día a diario: Valorad estos momentos como verdaderos actos de comunicación y de diversión, nunca como una obligación odiosa.
    • Cuando miren o lean un libro hablar sobre él: los niños deben darse cuenta que para los padres los libros son importante, como lo pueden ser para ellos.
    • Recitarles poesías infantiles y ayudarles a que las aprendan: esto ejercitará su memoria y favorecerá el ritmo a la literatura.
    • Contarles o leerles cuentos o historias antes de acostarse: más adelante que sean ellos los que la lean e irlos acostumbrando a que lean por sí solos unos minutos cada noche.
  3. ACTIVIDADES LÚDICAS DE LECTURA EN LA ESCUELA O EN LA VIDA COTIDIANA: Proponerles a los niños actividades lúdicas y motivantes para cada día tanto en la escuela como en el entorno familiar para ayudarles a crear  hábitos de lectura, tales como:
    • Mostrarles diversas formas de literatura a través de escritos: los cuentos, la poesía, la narración periodística, las instrucciones de los juguetes, las recetas de cocina… Todo lo que es entendible y de interés cotidiano acerca a los niños a la lectura.
    • Dejar notas  por la casa o por los tablones de la clase: es muy divertido no sólo dejar notas sobre lo que hay que hacer o notas informativas que capten su atención, sino también escribir notas afectivas y emotivas sobre lo que sentís o lo que los queréis, con letras, dibujos pictogramas…
    • Hacer que los niños busquen fotos que les gusten en revistas o periódicos: que las recorten o pongan títulos a cada una. Que recorten palabras de titulares de periódico o anuncios, las pequen en su libreta y hagan dibujos en relación a esas palabras.
    • Escribir palabras en fichas y pedirles que las asocie con dibujos o con objetos de la casa o la escuela, o bien escribir letras y que ellos formen palabras.
    • Preguntarles qué palabras querrían aprender. Podemos escribir las palabras en fichas y que ellos la coloquen por orden alfabético, por temas, por orden de aprendizaje…
    • Omitirles una palabra de vez en cuando en el momento que estén leyendo y plantear un juego: le podemos pedir que digan qué palabra falta para que encaje en el significado de la frase.
    • Hacerle preguntas sobre el “por qué” de las cosas: no sólo sobre los cuentos que leen, sino sobre los incidentes que pasan en la calle, en la escuela, en el barrio, en su hogar…
    • Utilizar el periódico como un libro de texto de lectura: pedirles que localicen determinados artículos en las distintas secciones de un periódico, o bien que encuentren en la programación de la televisión su programa favorito.
    • Preguntarles a los niños sobre la parte que prefieren del cuento o de la historia para poder comentarla: este es momento para poder hablar de valores.
    • Jugar con las historias o los cuentos: pedirles que lean un cuento y que se inventen el título. O leerles la primera parte del cuento y que ellos inventen el final, o viceversa, que ellos inventen el principio y contarles el final.
    • Dramatización por parte del niño o del alumnado de alguna de las escenas del libro o del cuento. De esta manera los niños podrán averiguar como sienten los personajes.
    • Leer para luego contar: leemos una parte del cuento en silencio y después lo cuenta el niño o el grupo clase, así sucesivamente hasta que se acabe la historia.

 

Estas situaciones de juego entre otras pueden ser inventadas por los maestros/as para que poco a poco podamos ir introduciendo al niño en el mundo  creativo de la lectura de forma motivante. 

 

No obstante, aunque desde la escuela se están intentando dar una serie de pautas para que el niño o la niña cree su propio hábito de lectura, debemos saber que el entorno familiar es uno de los factores principales a la hora de iniciar a los menores en el aprendizaje de la lectura. Por tanto, los padres, las madres, los parientes, los amigos, los profesores y la sociedad en general deben contribuir a proporcionar un ambiente de lectura entre la población infantil para estimular este hábito de forma apetecible y voluntaria y no como una mera obligación.

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Información del artículo:

Fecha de publicación:
19 de enero de 2009

Autor/a:
Mª del Mar Gómez del Moral López

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