Encuentro Educativo
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Artículo publicado en: Sin categoría » Experiencias Educativas (num. 3)


Experiencia con el método Glenn Doman

Antes de comentar mi experiencia educativa con el método Glenn Doman, llevada a cabo en un centro de educación infantil, de nivel 5 años, se hace necesario conocer la metodología o filosofía de dicho autor para entender la propia experiencia.

G. Doman, médico estadounidense, comenzó a dedicarse al tratamiento de los niños con lesiones cerebrales con el neurólogo Temple Fay .Utilizaba sus métodos, basados en movimientos progresivos, muy eficaces tanto en áreas motrices como en áreas más intelectuales. Se centraban en el trabajo con los reflejos, fundamentalmente con niños con parálisis cerebral.

Al observar los progresos que se conseguían en estos niños/as, Doman decide trasladar sus conocimientos al resto de los niños, de manera que se potenciara su capacidad de aprendizaje. Elabora su teoría acerca del desarrollo cerebral, un Perfil del Desarrollo Neurológico y sistematiza una labor educativa, estructurada mediante programas secuenciados, con métodos precisos y eficaces.

G. doman, basándose en la idea de que una adecuada estimulación visual, con palabras grandes y en contextos muy familiares es suficiente para que los niños/as muy pequeños discriminen palabras a partir de la edad en que aprenden a hablar y a utilizar conceptos significativos, propuso un primer método, para enseñar a leer, individual y lúdico, para que lo pudieran llevar a cabo los mismos padres con sus hijos/as incluso antes de haber cumplido los dos años.

Su metodología de intervención se basa en aprovechar al máximo las posibilidades del individuo, siendo fundamental el momento temprano en que se comienza, ya que más adelante no se conseguirán muchas metas.

Dicha metodología se desarrolla por el método de los bits de inteligencia (como en los ordenadores, el bit de inteligencia es la máxima cantidad de información que puede ser procesada a la vez en un segundo). Las palabras, los números, las láminas de animales… son enseñadas a los niños en grupos de 10, varias veces al día (3 o 4 veces) y cada lámina se le muestra durante un segundo. El niño al final acaba reconociendo la lámina, ya sea un dibujo, una palabra, un cuadro o un conjunto de puntos.

El método en sí sigue unos pasos:

  • En una primera fase son carteles en cartón blanco de unos 15 cm. de altura y las letras rojas de entre 12 x 10 cm. todas minúsculas, con una separación de al menos 1,2 cm. Entre cada letra. Las palabras son las más cercanas al niño, papá, mamá, su nombre, el de familiares cercanos o cosas placenteras para el, agua, biberón, muñeco… y se hacen series normalmente con cierto acercamiento semántico. Se hacen diariamente en sesiones secuenciadas y hasta que el niño reconozca las palabras.
  • En una segunda fase se confeccionan carteles de 12 cm. de altura con letras de unos 10 cm. las letras seguirán siendo rojas y minúsculas. Las palabras tendrán relación con el cuerpo. Las sesiones seguirán igual.
  • En un tercer paso los carteles serán de 15 cm. de altura y con letras minúsculas de 8 cm. y las palabras serán de vocabulario doméstico, objetos, profesiones acciones.
  • En una cuarta fase eligiendo el libro que se le va a enseñar en el sexto paso (de no más de 150 palabras, de no más de 15 – 20 páginas, de letras de no menos de 6 cm. de altura, con texto e ilustraciones bien separados). Se extraen las palabras de ese libro escribiendo cada una en una tarjeta de cartulina blanca de 7 – 8 cm. de altura, con letras minúsculas de color negro (por primera vez). Estas palabras se le van enseñando en el orden en que aparecen en el libro, en sesiones similares a las anteriores.
  • La quinta fase es muy similar a la anterior y consiste en enseñar frases hechas con las palabras anteriormente preparadas. Se preparan esas frases en cartulinas de 2,5 cm. de altura y letras negras de 2,5 cm. Estas tarjetas, de dos o tres palabras, se unen con anillas formando un libro de hojas sueltas de unas 50 páginas.
  • El sexto paso consiste en la lectura del libro elegido para extraer palabras en el paso cuarto.
  • La última fase se le enseña el alfabeto, las letras por separado. En realidad es volver a un procedimiento analítico, después de haberle enseñado globalidades con significado.

Este método exige la repetición de las diversas actividades durante varias veces al día, lo que se traduce en horas de intervención diarias. Además, es muy estricto en cuanto al cumplimiento de estas rutinas. Por ello quien decida aplicar el método, debe comprometerse seriamente con él.

Actualmente en nuestra escuela utilizamos este método a través de una aplicación informática que han creado en el Centro de Profesores de Mérida, y los resultados han sido obvios, se ha aumentado la inteligencia verbal del alumnado y es quizás el aprendizaje prematura más importante que podemos hacer para mejorar su desarrollo. No obstante, nos hemos encontrado con que siempre queda la duda de la subjetividad de la interpretación y de la generalización que se da a las observaciones hechas, sobre todo, por profesionales y compañeros/as de la educación.

En base a lo comentado, nuestra propuesta acerca de que los niños pueden escribir y leer ya desde el inicio de la escolaridad, no debe confundirse con una propuesta de acelerar el aprendizaje o de estimular el aprendizaje precoz. Los métodos tradicionales tienden a retrasar el aprendizaje del lenguaje escrito. Está más que demostrado que los niños/as de tres años pueden aprender mucho más que las vocales, algunos incluso pueden aprender a escribir correctamente. Lo que decimos es que no tiene ningún sentido frenar o retrasar el aprendizaje de estos niños/as, pero no planteamos acelerar el proceso ni aspirar a que todos los alumnos/as aprendan precozmente a leer y escribir.

Cada niño y niña tiene su ritmo, su experiencia previa distinta, su tipo de motivación ante la escolaridad, su nivel de adaptación a la situación escolar. Las situaciones que se proponen en el aula ni suponen ni exigen que todos los alumnos y alumnas las respondan al mismo nivel. Pero, al escribir, todos aprenden a escribir y nadie se siente abrumado por una tarea imposible: todos pueden responder aunque cada respuesta sea diferente.

Por último, nos gusta aclarar que es cierto que proponemos trabajar el lenguaje escrito desde los tres años de edad. No sólo es posible, como se ha experimentado y mostrado. Resulta además que los alumnos/as de Educación Infantil se lo pasan estupendamente y aprenden muchas cosas interesantes. Pero ¡cuidado!, la Educación Infantil no tiene como objetivo que los niños y niñas aprendan conocimientos escolares propios de la Educación Primaria.

Los niños/as de tres, cuatro, cinco años no deben estar todo el día pegados al pupitre, escribiendo y leyendo. La Educación Infantil posee unas características propias, que distinguen las escuelas infantiles de las primarias. La inclusión de estas edades en escuelas primarias lleva consigo, demasiado a menudo, una excesiva “escolarización” de los niños/as en detrimento de lo específico de la educación infantil: el juego, la comunicación oral y corporal, la relación afectiva, los hábitos de cuidado personal, etc.

Sería un error apoyarse en este enfoque de trabajo para defender una mayor exigencia “escolar” a los niños/as pequeños. Debemos estimularles, ofrecerles la posibilidad de acceder al lenguaje escrito, pero no atormentarles, ni clasificarles, ni exigirles, a todos, unos conocimientos iguales.

Bibliografía

 

 

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Información del artículo:

Fecha de publicación:
25 de marzo de 2009

Autor/a:
Isabel Mª Sánchez Sánchez