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Artículo publicado en: Sin categoría » Recursos de formación (num. 2)


Construyendo una escuela desde la diversidad

La diversidad surge para dar respuestas a las desigualdades presentes en la escuela y fuera de ella.
Observando los medios de comunicación, cada día llegan a nuestras costas oleadas de inmigrantes buscando una oportunidad que en ocasiones se transforma en una trágica aventura.

Esto se traduce que estas familias que vienen del otro continente ingresan en nuestro sistema educativo, lo cual exige un nuevo planteamiento en nuestro centro docente y especialmente en nuestra aula.

Es variada la normativa al respecto, como es la reciente Orden de 25 de julio de 2008, por la que se regula la atención a la diversidad del alumnado que cursa la educación básica en los centros docentes públicos de Andalucía.

Pero, la diversidad se ocupa también de otros aspectos como el de aquellos niños y niñas con necesidades específicas de apoyo educativo, entendiendo por tal el alumnado con necesidades educativas especiales, igualmente se atenderá al que se incorpore de forma tardía al sistema educativo, el que precise de carácter compensatorio y el que presente altas capacidades intelectuales.

Partiendo de las aportaciones de Félix López en torno a esta temática nos detendremos a reflexionar lo siguiente:

  • Toda persona es única genéticamente y, por tanto diferente.
  • Toda persona posee diferentes características corporales, morfológicas y temperamentales.
  • Toda persona nace en un momento histórico, en una familia, clase social, un momento político, lugar geográfico y cultura.

Somos diferentes según la edad, la generación a la cual pertenecemos, la familia , la etnia, la lengua, las creencias, las actitudes, los valores, las conductas y las características psicológicas y de personalidad.

La diversidad forma parte de la vida, es un hecho inevitable, es un derecho de las personas y es una riqueza colectiva. Sin embargo, esto no puede suponer nunca motivo de discriminación alguna, ya que la atención a la diversidad no tiene sentido sin el derecho a la igualdad.

Partiendo de estas ideas y asumiendo el concepto amplio de diversidad hemos de tener en cuenta que cada niño y niña tiene sus características y peculiaridades que la escuela debe atender. Esta atención ha de estar enfocada a los aspectos cognitivos, motores, sociales, así como al aspecto emocional para favorecer el bienestar psicológico de nuestro alumnado.

De todos es sabido que las experiencias y vivencias positivas de los primeros años favorecen el desarrollo y el aprendizaje. Esta primera etapa es decisiva para asentar la base de la futura personalidad, por ello han de tener la importancia educativa que se merece. Se trata de un hecho contrastado que la escolarización temprana y educativa no meramente asistencial, contribuyen al éxito escolar y ayuda además a compensar desigualdades. En estos años es cuando se produce la socialización inicial.

Los niños y niñas están descubriendo quiénes son y cómo son, se dirigen hacia la construcción de su identidad, están conociendo sus pertenencias, la de los demás, están viviendo y expresando sus emociones, así como la de los otros. Todo esto es posible gracias a las personas significativas del entorno familiar y escolar, que a través de la interacción se les proporciona información para desarrollar una imagen adecuada acerca de sí mismos.

En la primera infancia, los docentes nos preguntamos qué capacidades pretendemos que desarrollen los alumnos/as, cuando se abordan contenidos como la autoestima, la aceptación y la confianza en uno mismo, la discriminación de comportamientos inadecuados, la participación en el grupo, el establecimiento de normas, la resolución pacífica de conflictos, entre otros.

El modelo del educador/a tiene gran importancia para una vivencia enriquecedora de la diversidad. Los adultos tenemos que buscar nuevas maneras de hacer nuestra tarea educativa. Plantearnos que no hay una sola infancia, sino diversas y variadas formas de ser y de vivir la infancia.

Todo esto es posible si favorecemos actitudes en la vida cotidiana del aula contextualizadas y cercanas a los niños y niñas por medio de actividades y experiencia que faciliten la participación, la comunicación a través de diversos lenguajes, el intercambio, la vivencia positiva y enriquecedora de las diferencias, la explicitación de las emociones y de los conflictos que surgen en la convivencia diaria, la valoración de la propia actuación, el establecimiento de normas y el desarrollo de la cooperación.

Para concluir una cita de John F. Kennedy:

“Si no podemos poner fin a nuestras diferencias, contribuyamos a que el mundo sea un lugar apto para ella”.

BIBLIOGRAFÍA
*Zabalza, M.A. (1992): El trabajo escolar en un contexto multicultural. Educación multicultural e intercultural. Granada. Impresur.
*Wang, M. (1995): Atención a la diversidad del alumnado. Madrid: Narcea.
*Álvarez Pérez, L. (2000): La diversidad en la práctica educativa: modelos de orientación y tutoría. Madrid: CCS.
*Cabrerizo, J y Rubio, M.J. (2007): Atención a la diversidad. Teoría y Práctica. Madrid: Pearson.

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Información del artículo:

Fecha de publicación:
29 de enero de 2009

Autor/a:
Rosina Ruiz López

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