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¿Educa la televisión?

¿Educa la televisión? 3La televisión se ha convertido en uno de los pasatiempos más importantes y de mayor influencia en la vida de los niños. Como sabemos, los niños almacenan todo tipo de información que reciben, ya sea de la escuela, de sus padres, de un cuento o de la propia televisión en sí.

Como docentes, podemos decir que, actualmente, la infancia, la televisión y la educación forman una trilogía significativa. La programación educativa de las televisiones parece responder más a una presión de la sociedad preocupada por contrarrestar los efectos negativos de la televisión comercial que en dar una respuesta a las necesidades existentes.

La investigación, en cuanto a la televisión educativa, ha llegado a señalar aspectos importantes de la relación infancia-televisión que debemos tener en cuenta a la hora de plantearnos el porqué, el cómo y el cuándo de esta televisión. Es cierto que la televisión educa, pero siempre acompañada de otros agentes socializadores.

La televisión es parte de la vida cotidiana del niño y, por tanto, de su proceso educativo. Es una fuente efectiva para la formación de actitudes, adquisición de habilidades y la formación del comportamiento del niño. En definitiva, podemos considerar la televisión como medio de socialización.

La actividad líder de los niños es ver la televisión. El tiempo que ellos dedican a esta actividad, varía en función de la edad, sexo, clase social y está directamente relacionado con el tiempo que se los padres o tutores dedican a los niños. Así que los padres, tutores y educadores deben ser un ejemplo. No es justo achacar a un solo medio de difusión de información y de entretenimiento, lo que puede también ser culpa de muchos otros factores. Si en el ambiente del hogar, por ejemplo, los padres tienen la costumbre de ver la televisión, seguramente los niños les seguirán. En muchos hogares, la televisión ejerce el papel de compañía, una especie de «niñera». Por ello, hay estar muy atentos para controlar este hábito tan común por los niños, el de ver la televisión. Es necesario conocer más profunda y particularmente su terreno, para evitar que estos niños adquieran conductas agresivas y erróneas aprendidas por imitación. No se puede olvidar que nuestros pequeños están iniciando su formación y que todo lo que vean, escuchen, y vivan, pesará sobre todo.

A continuación, ofreceremos algunos consejos para educar a los niños a ver la televisión:

  • Intentaremos que vean la televisión en compañía de adultos. De esta forma, discutiremos sobre las imágenes, haremos preguntas, haciéndolos pensar con el fin de verbalizar sus sentimientos. Con ello, no sólo los estaremos educando en hacer un buen uso del medio, sino que también favoreceremos la comunicación, el aprendizaje y la relación entre ambas partes.
  • Debemos tomar conciencia de que hay contenidos de televisión que pueden ser inadecuados para los niños, y asumir la responsabilidad de elegir los más idóneos para cada edad.
  • Es conveniente que le expliquemos al niño la diferencia entre realidad y ficción, que vinculemos los actos a las consecuencias, y contrarrestemos todo aquello que atente contra valores elementales.
  • Limitaremos la cantidad de tiempo que el niño pasa delante de la televisión (máximo 2 horas diarias).
  • Antes de encender la televisión, es importante saber lo que se va a ver, y no encender la tele para ver lo que hay… Y saber cuándo apagarla.
  • En cuanto al mundo publicitario que existe dentro de la televisión, decir que los niños deben aprender a ver la publicidad. Somos los educadores los que debemos enseñar a los más jóvenes la realidad del mundo comercial.
  • Planificaremos los programas que quieren ver y estableceremos, de esta manera, un plan semanal.
  • Conoceremos cuáles son los programas más interesantes según los niños y estudiaremos su contenido.
  • Mantendremos una actitud crítica respecto a los programas que promueven estereotipos y modelos sociales inadecuados para los más jóvenes.
  • La televisión no debemos utilizarla nunca como premio o castigo. Al hacerlo, la erigimos en árbitro de la vida familiar y transmitimos al niño una idea equivocada sobre su verdadera entidad.
  • Desenchufaremos la televisión si ésta es causa de discusión, conflicto o peleas.
  • No permitiremos ver la televisión durante las comidas. Quizás es de los pocos momentos donde la familia está reunida y la televisión dificulta la comunicación.
  • No instalaremos una televisión en sus habitaciones. De este modo, disminuiremos la capacidad para supervisar los contenidos.
  • Debemos promover actividades como la lectura en su tiempo de ocio.
  • Y, para finalizar, bajo nuestro punto de vista educativo, diremos que hay que predicar, en todo momento, con el ejemplo.

Los medios de comunicación y, muy particularmente, la televisión han conquistado casi todos los espacios de la cultura. En lugar de lamentar este proceso irreversible y sus aspectos negativos, parece más sensato pensar lo que podría dar de sí este inmenso potencial de la comunicación cuando se ponga al servicio de una auténtica ampliación de los horizontes, de la reflexión crítica, la participación ciudadana y, sobre todo, de la educación.

La televisión, que es acusada sistemáticamente de emitir contenidos de baja calidad y no haber asumido de forma decidida la gran influencia cultural y social que representa, puede jugar un papel decisivo en la socialización de los niños y los jóvenes. Es por ello, por lo que nosotros, como docentes, en las aulas tenemos que enseñar a leer la televisión, a ser críticos con ella porque además de poder utilizarla para transmitir valores, es un medio de educación en sí misma.

La realidad es que los programas de televisión son diariamente motivo de debates y polémica en centros escolares, oficinas y todo tipo de lugares públicos, actuando como agentes socializadores. De hecho, los efectos positivos o negativos dependerán del uso que de ellos se haga. Como dijimos anteriormente, la televisión informa, entretiene y educa. También ayuda a estimular el sentido crítico, a pensar y a favorecer la creatividad. No obstante, tenemos que decir que esto dependerá de la manera con que la miremos.

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Información del artículo:

Fecha de publicación:
4 de noviembre de 2008

Autor/a:
Mª de los Ángeles López Barrios

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